6 de agosto de 2015

THE GHOST IN MY ROOM- CAPÍTULO 7.5

Los documentos resbalaron de mis manos y quedé boquiabierta, congelada, con una sensación de mil apuñaladas

- No, esto no puede ser verdad

Hundiendo los dedos de ambas manos en mi cabello y tirando del mismo desde la raíz, comencé a caminar en círculos a la vez que repetía un "no" sin cortes

- Tiene que haber un error, eso es... Pero cómo... ¿Qué diablos está pasando?- de mis ojos resbalaron lágrimas de tristeza mezclada con desesperación; el problema en sí no radicaba en saber su muerte cierta, sino que la fecha y el suceso eran bastante para hacerme enloquecer...
En mi memoria tenía el recuerdo de aquel día señalado. El ocho de Julio del presente año resaltado fue cuando el choque carretero me arrebató a mi padre y por poco cobra su sentencia conmigo también, y justamente fue el día en el que Adam, según el expediente, falleció, lo que significaba que él llevaba más de dos meses... No, nada poseía la más mínima gota de sentido...

Con los nervios alterados y algo arrepentida por haber indagado más de la cuenta, agarré un encendedor de la cocina y prendí fuego a los papeles, estando hechos ceniza recogí los restos y tiré al bote de basura.
Mi alma por dentro gritaba por un poco de paz posterior a que se hundió en aguas turbulentas tras mi hallazgo, mi conciencia se pintaba intranquila y comenzaba a dudar de mi propia realidad

- Tiene que ser un sueño, no estoy loca, no fueron visiones mías, yo estuve contigo...- me decía en un intento fallido por serenarme ¿Adam era real? ¿O simplemente un producto de mi imaginación? Cuestionaba mi cordura.

¿Y si en realidad mi mente se creó ese personaje a base de la intriga que generó su fotografía como un método más de reconforte? Con la ida de mi padre y la lejanía de mi madre, mis instintos clamaban por algo de compañía y atención, y que mejor forma de obtenerlo fabricando una figura que cumpliera mis requisitos... Pero ¿Cómo es que había podido verle, oírle e incluso tocarle? Ni todas las alucinaciones juntas en una persona sana se volvían tan vívidas... Tenía que tranquilizarme y parar de acrecentar la marea de preguntas sin respuesta inmediata, de lo contrario verdaderamente perdería el escaso juicio que me sobraba...


°
Mis últimas veinticuatro horas podían definirse en una frase a la perfección: fueron un infierno mental, y más porque me definía como una de aquellas personas que daban mil y un vueltas al mismo tema sin cansarse y eso implicaba un cierto grado de desgaste.
Con una segunda noche seguida en vela por ser mi subconsciente bombardeado de dudas, me dispuse a ponerle fin a mi enfermedad fingida y me alisté para mi regreso al colegio, aunque si bien no me hallaba en una condición óptima, me mantendría lo suficientemente ocupada como para poner en blanco mis pensamientos por un buen fragmento del día.

Entre varios apuntes por realizar, ejercicios que resolver, teorías que soportar para no morir de aburrimiento, pronto un respiro vino al ausentarse uno de los profesores de casi las últimas clases. Me sentía inadaptada entre los adolescentes de mi grupo, los cuales no hacían el intento por integrarme a sus grupos de amigos (y yo tampoco cooperaba mucho al no ser de mis prioridades) por lo que decidí salir del aula y transportarme a la parte más alta del edificio donde me ubicaba, esa que la mayoría del tiempo se sabía solitaria y aislada.
Recargándome en el barandal, mis ojos contemplaron lo poco que se apreciaba a esa altura y eran predominantemente áreas tapizadas de alfombras verdes

A- ¡Hey!- escuché repentinamente, volteando a mi izquierda capté a ese chico de misteriosa existencia; mis ojos se abrieron lo más permitido ¿Una visión... O realidad? Había aparecido en el momento menos oportuno. Lentamente se acercó a mi sitio hasta quedar a unos cuantos centímetros de mí- Hola

- Ho-Hola *Demonios, no sé que hacer...*- mis latidos aceleraron y estuve al borde de un ataque de pánico, justo entonces no me nacía saber nada de él

A- ¿Te encuentras bien? Luces pálida y demacrada

- ¿Eh?... Ah, sí... No he dormido adecuadamente últimamente, estoy algo cansada, es todo. No te preocupes, no es nada grave- me miró no tan convencido a lo que le hice una sonrisa a medias, una mentirilla mía no se comparaba en nada con lo que él me ocultaba

A- A propósito, mis disculpas por desaparecer sin avisarte. Mi madre quiso que la acompañara fuera del país a visitar a unos parientes lejanos, cuando menos lo esperaba ya estaba encima del avión que no tuve oportunidad de despedirme

- Descuida, si en parte te refieres a que por ello se retrasaron mis lecciones no hay problema, di mi esfuerzo por mí sola y hubieron buenos resultados

A- Me alegro, cuando gustes podemos retomarlo

- Lo dejaré por esta semana, primero me haría bien descansar

A- De acuerdo

Por unos segundos nos enfocamos en la vista sin que brotara sonido alguno de nosotros, jamás había sentido tal nivel de incomodidad con una persona, ni siquiera al estar rodeada de toda esa gente con la que no encajaba

A- Tengo unas tareas pendientes que terminar así que me retiro, únicamente pretendía disculparme. Te veo mañana... No, mejor en la noche ¿Te parece?- a lo que asentí.

Pronto se dio la vuelta para avanzar por el pasillo y descender al piso superior donde supuestamente tomaba sus respectivas clases.
¿Qué puedo hacer? Me pregunté de repente, precedente a que pisara el primer escalón corrí hacia él y lo asalté con un abrazo por la espalda, por reflejo se sacudió apartándome violentamente

A- Por favor, no vuelvas a hacer eso...

- ¿Te soy repulsiva?

A- En absoluto, yo...

- ¿Entonces a qué le temes?

A- E-Es muy claro, desde varios años atrás desarrollé una especie de fobia al contacto humano y por eso...

- No, no me refiero al por qué te apartas del todo... Adam ¿Qué me estás escondiendo?

A- ¿De qué hablas?

- Huyes de todos porque supuestamente les eres invisible, no toleras un toque amistoso, desde que comenzamos a frecuentarnos han ocurrido cosas un tanto extrañas... Y me has estado mintiendo. Dijiste que estabas de viaje con tu madre y que regresaron anoche, pero al no saber nada de tí fui antier a tu casa y hablé con ella... ¿Qué sucede? ¿No se suponía que existía algo llamado confianza entre nosotros?

Su gesto se tornó serio, casi triste, dolido. Luego de un suspiro se atrevió a responder

A- Hay ciertas cosas que ni con una confianza cien por ciento establecida se deben revelar

Su frase de algún modo me causó un escalofrío que me recorrió de pies a cabeza...

- No entiendo la razón por la que hayas de reservártelo, yo podría ayudarte a...

A- [nombre], te lo pido de la manera más atenta, para de entrometerte que no obtendrás nada bueno de esto. Así se lo diga a medio mundo, nadie puede hacer nada por mí

- No lo sabrás si no lo intentas

A- ¡Sólo detente!- exclamó un tanto molesto- (suspira) Lo siento, yo... Hablamos después

Retomando su camino desapareció de mi campo de visión, sin más remedio fijé mis pasos hacia mi salón correspondiente aguardando a que las clases terminaran.
¿Qué significaba eso? Más que nunca, aunque tuviera miedo de descubrir cosas peores, me disponía a llegar hasta el fondo del asunto...

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